TPtor primera vez en su historia los demócratas norteamericanos han elegido a un negro como candidato a la presidencia y si todo sale bien, será el primer afroamericano que siente sus posaderas en el inexistente trono de la Casa Blanca. Después de varios meses de lucha por la nominación de su partido, Hillary ha tirado la toalla y ha prometido apoyarle.

Nunca unas Primarias han estado tan emocionantes por el hecho insólito en la vida política de los Estados Unidos de que los demócratas tuvieran que elegir entre mujer blanca u hombre negro. ¡Casi nada! Se han decantado por él, aunque negro, antes que por su rival, Hillary. Esto hubiera sido impensable hace unas décadas, pero los tiempos cambian y a los yanquis les interesa dar al mundo una imagen de modernidad.

Obama encarna planteamientos próximos a los que tuvo el extinto presidente Kennedy , es la imagen del sueño americano y ha sabido infundirles ilusión. Pero Hillary sigue teniendo mucha fuerza y poder. La han votado 18 millones de personas que, si se encabritan y les da por votar al republicano McCain , pondrán a Obama en un aprieto, y él lo sabe. Seguro que Hillary tiene guardado un as en la manga aunque Obama ha conseguido póker en la campaña de las Primarias.

Se comenta la posibilidad de que ella vaya como vicepresidenta. Esto tiene ventajas e inconvenientes. A favor: asegura el voto de mujeres, blancos, obreros e hispanos. En contra: es rechazada por muchos, tiene ambición de poder, apoyó la guerra de Irak, ha tenido algunas meteduras de pata.

El hecho de ser presidente de los Estados Unidos de América debe ser el no va más de prestigio y poder mundial, pero también exige mucho trabajo, sacrificio, miedos, estrés, cabreos, dolores de cabeza, renunciar a hacer lo que les gusta, a una vida familiar, a la intimidad, a organizar su tiempo de ocio lo que les dé la gana... Cuando se lanzan a esa feroz lucha tan larga y encarnizada, será que les fascina, pero, cuando acabe su mandato se preguntarán: ¿ha merecido la pena?