Los directivos de Endesa han anunciado mejores resultados de los previstos en el primer semestre y han aumentado su previsión de repartir dividendos por valor de 9.900 millones de euros hasta el 2009. Una cifra impensable hace 10 meses, cuando Gas Natural presentó su opa sobra la eléctrica, y que tiene doble mensaje: convencer a los actuales accionistas de que la empresa tiene futuro por sí misma, y tratar de influir --legítimamente-- en la decisión que ha de tomar la Comisión Nacional de la Energía (CNE) sobre la contraopa presentada por el gigante alemán de la energía E.ON. Eso sí, los ejecutivos de Endesa, puestos a tener que elegir, siguen deseosos de que se atienda a la oferta de compra alemana, hasta el punto de sugerir que la CNE no ponga condiciones.

Decir que el futuro de Endesa depende de sus accionistas es una formalidad que cumple con las leyes del mercado. Y también una ingenuidad. La feroz pugna judicial de Endesa y Gas Natural en Madrid, Barcelona y Bruselas es solo una parte del trasfondo político de la operación. En España es la lucha de intereses entre el PP --que privatizó la eléctrica sin dejar de dominarla-- y el Gobierno socialista, que aspira a un mapa eléctrico más adecuado a sus intereses. Y en Bruselas, la Comisión Europea ha visto en la operación de E.ON una oportunidad de romper los nacionalismos energéticos, pese a los orígenes de la alemana. En cuanto la CNE se pronuncie, habrá luz suficiente para vislumbrar el desenlace.