El mar está lleno de pescadores de peces, pero vacío de pescadores de náufragos. Claro que, compárese el valor de un atún con el de un náufrago. El atún, al llegar a tierra, se lo quitarán de las manos, pero, ¿qué hacer con un náufrago? Solo unos locos altruistas parecen conocer el valor de esas almas que arriesgan sus cuerpos por llegar a la tierra prometida. Solo esos escasos e incómodos pescadores parecen conocer el valor de esos congéneres que solo se diferencian de nosotros en que tuvieron peor suerte. Pero, atención, gobernantes y ralea xenófoba: si la vida de los náufragos os importa un rábano y la población de Occidente mengua y envejece, ¿quién trabajará? ¿Quién inyectará solvencia a la economía y a la Seguridad Social?