Días atrás apareció destrozada una losa de granito que forma parte del monumento a la memoria de Miguel Angel Blanco, que se ha levantado en Calzadilla de los Barros. Es el segundo ataque vandálico que sufre, puesto que hace semanas también resultó quemado el plástico que lo recubría.

La pregunta es obligada: ¿Quién puede tener interés en destrozar una obra erigida para recordar a un hombre que, como víctima de ETA que es, murió por defender la democracia y la convivencia? Lo mejor es pensar que los autores del atropello lo han hecho porque ignoran lo que significa. "Se trata de una gamberrada". Es la respuesta más complaciente. Pero ello sería así si se tratara de una obra abstracta, de significado incierto. Pero no es el caso. El monumento de Calzadilla explica, en idioma castella no, quién fue Miguel Angel Blanco y qué significa su muerte, por lo que los autores del destrozo saben qué destrozan. Y eso es lo preocupante: que en Extremadura haya gente dis puesta a vilipendiar a las víctimas. A cualquier víctima. Porque esa violencia también se dio en Aldeacentenera, cuando resultó pasto de las llamas una humilde patera, expuesta en una rotonda para recordarnos la tragedia de los inmigrantes que pierden la vida en el mar.