Hay territorios que tienen nombre de personas. América recibe el suyo de Américo Vespucio , Colombia, de Colón , Filipinas, de Felipe II , Islas Cook, de James Cook , Bolivia, de Bolívar , o Bermudas, de Juan Bermúdez . Y hay personas que se llaman como un territorio. José de Arimatea recibe su nombre de esta ciudad de Judea, Pedro Campos de Barbados , de la isla homónima, 7Rodrigo Díaz de Vivar , de esta villa burgalesa, o Juan de Sahagún , de este municipio leonés.

Cuando un líder tiene tanta afinidad con un territorio que es capaz de encarnar sus problemas, personificar su idiosincrasia y articular su voz; cuando consigue identificarse tanto con el país que dirige que no sólo llega a hacerse unidad con él, sino que hace que los demás ciudadanos sintamos esa unidad de cada uno de nosotros con el solar común, en una ilusión y una responsabilidad individual y colectiva, ese líder merece ser llamado con el nombre de esa tierra y esa tierra puede ser identificada con él.

Varamadura sería, de este modo, tanto el Guillermo Fernández Vara de Extremadura como la Extremadura de Vara. Porque creo que ningún líder político ha conseguido en esta tierra, en tan poco tiempo, suscitar tanta adhesión, promover tanto consenso, multiplicar tanta presencia y generar tanto entusiasmo, con el mérito añadido de lograrlo en medio de la crisis. Lo visto en el debate del estado de la región es la instantánea de esta realidad, la entronización, creo que por muchos años, de Varamadura, un fenómeno sociopolítico capaz de acordar el proyecto común del territorio y de sus ciudadanos con los agentes sociales y con la oposición, desde la humildad y la persuasión, con presencia constante en todo el territorio regional, con la descentralización de la labor de despacho y con la visión clara de lo que ha de hacerse y de cómo debe hacerse.

El mérito, sin embargo, no es solo suyo. El tiene el de haberse hecho entender, pero los demás tenemos el de haberlo entendido, entre ellos, José Antonio Monago , que está haciendo la oposición más brillante y lúcida hasta ahora en Extremadura. El y Vara componen hoy, para suerte nuestra, el tándem político más fecundo de la democracia en esta tierra. Por eso, el jueves que viene hablaré de Varanago.