Mucho se habla de los ninis, aquellos jóvenes que ni trabajan ni estudian, pero pocos se acuerdan que también existen los que estudian, los que hacen prácticas gratuitas y los que trabajan en dos o hasta tres trabajos temporales durante el año para pagarse los estudios e independizarse. Se critica a la llamada generación perdida pero poco se invierte en ella. En mi caso, nunca he recibido una ayuda del Gobierno, siendo familia numerosa y con sueldos humildes. Tengo dos títulos y ahora me saco el tercero con la esperanza de que me sirva para algo. Las prácticas obligatorias han sido trabajar gratis. ¿Para qué contratar a alguien si en el mercado hay miles de becarios que lo hacen gratis? Y te empiezas a plantear que tal vez es mejor ser un nini. No digo que todas las empresas sean iguales. En mi caso, solo uno, de 15 compañeros que éramos en clase, ha conseguido trabajo en el sector de lo que estudiamos. El Gobierno también debería replantearse modificar el tema de Hacienda, pues crece la tendencia de tener entre dos a treinta contratos en un año que no llegan a los 18.000 euros. Por un trabajo en el que cobras poco menos de 18.000 euros no debes declarar a Hacienda, pero ¿sí debes declarar y pagar por haber trabajado en dos sitios, dejándote la piel, por 12.000 o 14.000 euros al año? Deberían ayudar a generar trabajos decentes para el pueblo, con salarios decentes y ayudas para los jóvenes. Deberían invertir en nosotros, darnos lo que con tanto trabajo y esfuerzo estamos pagando y así, tal vez, la economía del país mejoraría.