Pero entonces, ¿tú qué comes?» Se acabaron las Navidades y con ellas las típicas y casi obligatorias comidas/cenas de empresa, de amigos, de familia. Para los que no seguimos la dieta común, un suplicio menos. Y seguramente también para nuestro entorno.

«¿Dónde podemos ir a comer que haya para ti?» Esa es la segunda pregunta más repetida. Porque ser vegetariano en general y en Extremadura en particular no es nada fácil.

Ojo, que no es ser vegano. Porque malo y estrafalario es haber abandonado la carne, los embutidos y nuestro gran símbolo, el jamón. Pero ya no probar la tortilla de patatas sería para que me retirasen la nacionalidad española.

Sin embargo, tengo una confesión que hacer. Probé un trozo de jamón. Ibérico. Pata negra. Extremeño. El jamón, jamón. El de verdad. Porque nuestro producto bandera ha sido el único que, a la vista, no me provocaba rechazo. Obviamente lo dejé de consumir por coherencia. Ahora sé que no lo consumo porque mi cuerpo ya no lo acepta. Casi no consigo tragar ese pequeño trozo. Se me hizo una bola, tal y como cuando nos lo daban de niños y lo masticábamos cual chicle hasta conseguir engullirlo.

Así que, por el momento, no más jamón. «Pero entonces, ¿tú qué comes?» Verduras, frutas, legumbres, semillas, pastas, arroces, frutos secos... Intento evitar los lácteos. Y trato de que los huevos vengan de gallinas criadas fuera de jaulas.

Aún así se hace difícil de entender para algunas personas qué como exactamente. «¿Aceitunas comes entonces?». Total que al final la explicación más efectiva es: «no como cadáveres». Ahí encuentras la perturbación de tu interlocutor. «Qué bruta, qué radical».

Y ahí resurge ese recelo que muchos guardan contra los que no consumimos animales, porque piensan que nosotros creemos estar en una superioridad moral. Y no. Por mi parte no lo estoy. Me siento afortunada de tener la elección sobre qué comer, algo que demasiados seres humanos no tienen.

Sí me gustaría que todos reflexionáramos más sobre qué consumimos, de dónde viene, quién lo produce, qué consecuencias tiene para nuestro cuerpo y nuestro planeta.

Por lo demás, hacer un llamado a los hosteleros para que diversifiquen sus menús. Los vegetarianos y sus sufridos acompañantes lo agradecerán.