Yo, nacida en pleno apogeo de la era de la globalización, nunca he llegado a entender ese amor ciego a la patria. Y nunca llegaré a entenderlo.

Por mi experiencia, conforme salí de mi tierra empecé a apreciar más mi patria chica, que supongo es Extremadura. Y conforme salí al extranjero, le gané más cariño a la que supongo es mi patria grande, España.

En contraste, lo que observo es que aquellos que más ‘aman’ incondicionalmente a la patria son aquellos que nunca han salido de ella. Esa pasión ciega por unos colores sin un mínimo de reflexión es algo que respeto, pero no comparto. Es el amor por obligación. Aquella mentalidad tan de nuestra patria de hacer las cosas porque así son y así han sido de toda la vida.

Algo así se refleja en el discurso del rey Felipe VI. En su discurso navideño el monarca aludió a la «convivencia» unas siete veces. Esto es como la esposa que no es feliz en su matrimonio pero todo su entorno le pide que continúe, que tenga paciencia, sobre todo por el que dirán.

Me pregunto si el actual jefe de Estado es consciente de que ha pasado de ser un símbolo de «unión» entre los españoles a otra causa más de la discordia. Me pregunto si conoce el parecer de muchos catalanes sobre la dinastía borbónica.

Seguramente no. A ciertas escalas las autoridades viven ajenos a la realidad.

Aquellos ciegos de amor por la patria de las líneas anteriores también son precisamente los que identifican patria con rey, cual unión indivisible de esta nuestra España. Son los que piensan que el problema catalán se resuelve con banderitas en los balcones.

Tampoco ven tan mal el auge de la extrema derecha. Al fin y al cabo, qué mayor amenaza hay para una patria que la invasión de otras sangres impuras que básicamente sean la última salvación para nuestras pensiones.

Estos autoproclamados patriotas llevan décadas viendo cómo nuestro sistema ha ido malvendiendo la poca soberanía que teníamos. A las grandes corporaciones, a las empresas energéticas, a los bancos, a los jeques que lo mismo te patrocinan un equipo de fútbol que una sucursal terrorista en Oriente Próximo.

Que ‘viva el Rey’. Y ‘que viva España’.