Cada año por esta época descubrimos que las prendas veraniegas no permiten jugar al escondite con esos michelines --a veces, verdaderos flotadores-- que tan disimulados quedan con las prendas de abrigo. Ante esta situación, muchos optan por empezar la operación biquini; para ello, nada mejor que lanzarse cuanto antes a la compra del producto milagro que permita librarse con rapidez de esos antiestéticos depósitos de grasa. Para recuperar la estética, hay gente que acude a la farmacia para adquirir alguno de los cientos de botes, tubos y tarros destinados a convertir a cualquiera en un hombre 10 o en una mujer 10. ¿Y qué garantías ofrecen? Pues, casi ninguna, y no porque no adelgacen, que eso se consigue con una dieta equilibrada y haciendo ejercicio, sino porque la mayoría de los farmacéuticos reconocen que esos productos de venta en farmacias son tan peligrosos e inútiles como los que se puedan comprar en cualquier otro sitio. Los vendedores pretenden tranquilizar su conciencia con la frase "consulte a su farmacéutico", aunque buena parte de estos fomentan la venta de elixires y preparados, como se ve en los numerosos carteles que hay en los establecimientos del ramo. Los profesionales de la farmacia saben que las empresas que fabrican esos bálsamos divinos burlan con trampas los controles sanitarios, aprovechándose de la lentitud e ineficacia de los organismos de control. En un país en el que muchos farmacéuticos se acogen a la objeción de conciencia para no vender condones, es triste que se olviden de la conciencia cuando suena el tintineo de la caja registradora por la venta de los productos milagro.

Rosa Cerro **

Badajoz