El inventor del aire acondicionado nunca pudo imaginar que su combinación con una gran superficie sería tan explosiva. Si a eso se le añaden las altas temperaturas de este verano y un nuevo atractivo para la ciudad el resultado es como instalar una playa en pleno centro de Cáceres. Me estoy refiriendo al AKI, una especie de hipermercado del bricolaje que abrió sus puertas en julio y que se ha convertido en un santuario de peregrinaje de todos los 'catovis' aunque no tengamos ni idea de poner un tornillo. Hasta yo he sucumbido a sus encantos en los momentos más torridos de agosto. Ese aire acondicionado industrial es pura gloria. No sé cual es la potencia para refrescar tanta superficie.

Yo --que en la vida he clavado un clavo-- me sorprendía a mí mismo pensando en grandes proyectos de estanterías y jardinería simplemente por lo fresquito que se estaba allí. Lo peor es que cuando a los 'catovis' les da por algo acuden todos en masa, en plan horda, como las langostas a la cebada. De hecho, me encontré a más conocidos en el AKI que en mi barrio. Todo estaba desbordado. Incluso en dos ocasiones tuve que darme la vuelta con el coche porque el aparcamiento estaba a tope. Por cierto que me parecen muy peligrosos tanto los accesos como la salida del establecimiento, porque son muy bruscos. Creo que es terreno abonado para un golpe con el vehículo. Imagino que las mentes pensantes lo habrán tenido en cuenta. Espero que la fiebre por acudir a esta gran superficie pase pronto y que no acabe con las ferreterías de toda la vida. Ellas no tienen aires acondicionados tan potentes, ni tanta mercancía, ni tanto glamour, ni tantos dependientes deseosos por atenderte, pero son la forma de vida de comerciantes que se han dejado la piel en el mostrador que conocen a fondo cada tuerca y no entienden cómo ahora les ha dado a todos los cacereños de golpe por el bricolaje casero y de aprovisionarse allí. Refrán: La novedad es madre de la temeridad, hermana de la superstición e hija de la ligereza.