Disculpen la nostalgia, pero ayer estuve de campamento. No, no como antes, cuando era un chaval aplicado y soñador, y me imaginaba que el mundo era un lugar más apacible del que me fui encontrando después. Ahora que arde la Amazonia brasileña y los políticos sin corazón campan a sus anchas sin pudor alguno, me recordé a mí mismo que volver a los orígenes de esas noches de verano bajo las estrellas siempre fueron un buen ejercicio para el alma. Dicen los expertos que gran parte de lo que somos de mayores está influido por la educación que recibimos de pequeños. Que el cariño que nos dieron en nuestro entorno familiar se entrega después, aunque no estoy del todo seguro cuando asisto estupefacto como ustedes a esa película de terror en la que se han convertido los telediarios.

Por eso hoy quiero reinvidicar esos lugares abiertos, dominados por la naturaleza, e imaginar que el campamento de Descargamaría, en la sierra de Gata, sigue teniendo la magia de entonces, y que el de Valverde del Fresno, adonde acudí ayer a recoger a mi hija, ha sido una escuela de vida en verano gracias al trabajo de la buena gente de Juventudes Socialistas en Cáceres. Me da igual de dónde vengan, si tienen carnet del PSOE o no, me importa la educación en valores y eso, afortunadamente, no entiende de política ni de otras cosas que intoxican nuestra cabeza de adultos. Desde aquí, mi enhorabuena por esa labor y la de todos los que hacen de un espacio en el campo o la montaña un lugar de aprendizaje vital.

Aún recuerdo, con una nitidez extrema, al franciscano Pacífico Martínez, Pachi para quienes le conocimos, que tanto bueno hizo entre la juventud cacereña durante varias décadas en los campamentos de García de Sola, Pinofranqueado y Descargamaría. Su estela de educación en libertad ha dejado un recuerdo imborrable entre tantos padres y madres de este tiempo, que pasaron por aquellos campamentos y que ahora tratan de educar a sus hijos lo mejor que saben o pueden. Yo fui uno de ellos. Por todo esto y mucho más, ayer al pisar un campamento me di cuenta de que venimos de nuestra infancia para buscar un futuro que nunca estará escrito.

*Periodista.