Pintor

Cuando el hipocon-driaco empieza a temer la salmonela y las vacaciones del médico, cuando las señoras maquilladas y los señores adictos al farmatint sufren los estragos de la luz estival, el verano se nos ha colado por un junio africano. Pero esta estación es proclive a iluminar catástrofes y, más que ninguna, incita a la desigualdad. En verano todo se hace más evidente: los cuerpos, los deportivos... Dejando de lado el bronceado, que para escarnio de los dermatólogos está muy socializado. Deben de ser efectos de la luz veraniega, que radicaliza el contraste y nos provoca urgencia vacacional y, con ella, el abandono de abuelos, mascotas, hábitos y maneras.