El año pasado, la Junta de Extremadura lanzó una campaña de promoción turística titulada Extremadura es agua. Qué ironía que este año las medidas sanitarias necesarias por el covid hayan dejado prácticamente a toda la zona norte de la región sin ese recurso turístico fundamental para la subsistencia de muchos negocios. Porque este verano muchos ayuntamientos han decidido no preparar sus piscinas de verano con el argumento de que no pueden asumir los costes de garantizar la seguridad sanitaria.

Desde Plasencia, la Asociación de Alojamientos y Turismo ha dado la voz de alarma y un tirón de orejas a las administraciones. ¿Cómo es posible que no se abran las piscinas naturales sin más en comarcas como las Hurdes, Gata el Valle del Jerte o el Ambroz? ¿No ha podido hacerse nada para evitarlo?

Es entendible que ayuntamientos pequeños no puedan costear vigilantes para controlar aforos y garantizar distancias de seguridad, pero las mancomunidades, la Diputación Provincial de Cáceres o la propia Junta de Extremadura ¿no han podido ayudar?

Los bonos y las experiencias turísticas unidas a la gastronomía o la cultura son bienvenidas, pero en el norte, sin agua, no hay turismo. Ha costado mucho desterrar la falsa idea de que Extremadura es un secarral, pero no hay más que ver la meteorología para saber que las temperaturas no son precisamente suaves en verano, por lo que, sin un lugar donde refrescarse, el atractivo turístico de la región se ve mermado.

«Los turistas preguntan si están abiertas las piscinas naturales porque, si no, no vienen». La frase es del presidente de Altup, quien ha advertido que este descenso de visitantes afectará al principal motor de la economía de la zona norte en verano, el turismo. Porque se verán perjudicados tanto los alojamientos, como los hosteleros y la restauración.

En Plasencia, el personal de Deportes controla la piscina y la Policía Local y voluntarios de Protección Civil, que son fundamentales, el canal de baños del parque de La Isla. En otras gargantas de La Vera también hay voluntarios controlando aforos, e incluso tomando la temperatura a los bañistas.

Estamos casi a mediados de julio y las previsiones de ocupación no son buenas en el norte. Solo quien tiene agua cerca y en condiciones de baño está teniendo reservas. ¿Es tarde para revertir la situación? Querer es poder, dice el refrán. Hostelería y turismo no aguantarán otros dos meses de pérdidas. H*Periodista.