CRISIS SANITARIA

Con las vergüenzas al aire

José Aracil

Y los mayores, ¿qué? Para superar el coronavirus, los pretendidamente expertos, que realmente no saben de qué va, nos confinan, optando por soluciones propias de tontos, similares a: «cuando llueva, si no quieres mojarte, quédate en casa». Esta solución trata de irresponsables y obedientes súbditos al colectivo de personas mayores, sin tener en cuenta la recomendación de la OMS a favor del envejecimiento activo, beneficioso para la salud física, psicológica y mental. Recuperar el poder salir a la calle, haciéndolo por caminos o vías verdes poco transitadas, se podría establecer de una manera razonable, y con todas las precauciones y medidas de seguridad que sea necesario, fijando días y horarios determinados. El hecho de declarar de alto riesgo a las personas mayores, con relatos de residencias geriátricas convertidas en mataderos, supone inyectar el miedo y aceptar la teoría, más que dudosa, de que el coronavirus se ha creado con fines económicos para exterminar al grupo parasitario no productivo de los mayores. Ha hecho falta el coronavirus para poner sobre la mesa la vergüenza de una sociedad que se quita el muerto de encima de la gente mayor, aparcándola en residencias geriátricas del modelo hotelero, prohibidas en muchos países de la UE y que son consideradas por la mayoría de sus ocupantes semejantes a la vida en prisión y como el paso previo a la muerte. Esta situación supone un claro atentado contra la dignidad humana, propio de una sociedad depredadora individualista y egoísta que adora al falso ídolo del dinero.

CRISIS DEL COVID-19

Tres meses sin tener ingresos

Miriam Sánchez

Cocinera

Quiero expresar mi queja ante la situación que sufren miles de españoles afectados por un erte debido al estado de alarma por el covid-19. El 14 de marzo se estableció el decreto de confinamiento y se produjo un despido laboral masivo. Muchas empresas se acogieron a ertes, que se tramitaron desde el 15 de marzo en adelante, dejando en manos de la Administración los ingresos de los subsidios correspondientes. Pues bien, la situación se ha convertido en un caos burocrático que ha dejado en un limbo millones de solicitudes. Deberían haberse tramitado lo antes posible para que esas familias puedan cobrar y comer, pero llevamos dos meses sin ingresar nada y siguen sin tramitarse dichos expedientes.

La web del SEPE está colapsada, los teléfonos que ofrecen ni siquiera dan tono. Por lo tanto, es imposible comunicarse con ellos, lo que nos deja en una situación de desamparo total.

Para colmo, si los expedientes no se han tramitado antes del 29 de abril, que es cuando cierran nóminas, los afectados nos veremos sin cobrar hasta junio. Son tres meses sin ingresos, en el hipotético caso de que se cobre en junio. Necesitamos hacer presión sobre la Administración para que ponga todos los medios posibles y agilice trámites y pagos; no se puede dejar a tantas familias de gente trabajadora en la estacada por mera lentitud burocrática.

OBITUARIO

Cruces en el campo de rugby

Pepe Vega

Cáceres

Diego Rosado, jugador del CAR Cáceres, nos acaba de dejar. El «Rey de las Cruces» cuando jugaba. La cruz, esa jugada de rugby, preciosa y casi mágica, que parece llevarnos a otros tiempos --tiempos del rugby champagne-- por la que el jugador que lleva el balón pasa por delante de su compañero, ofreciendo el propio cuerpo al contrario para el posible contacto, dándole después la bola a su jugador y dejándole el camino libre. Diego hizo cruces en el campo de rugby consiguiendo las más espectaculares que recuerdo y consiguiendo siempre proteger y ayudar a los que jugaban en su equipo. Diego hizo cruces fuera del campo de rugby también ofreciéndose en su trabajo, en sus relaciones. Poniendo el cuerpo ante un posible contacto y salvando y haciendo mejorar al que se cruzaba con él. Si quisieran escribir su biografía, como dijo el poeta portugués, su vida no tiene sólo dos fechas: entre ellas hay muchas cruces. Muchas cruces que Diego nos hizo y que nos han hecho mejores a los que nos quedamos. ¡Qué suerte haberme cruzado contigo, Diego!