Antonio Jiménez se empeñó ayer, desde la pública RNE, en ensalzar a Ana Palacio, ministra de Asuntos Exteriores, por su gestión para encauzar el acomodamiento de Libia, Siria e Irán (hasta ahora, o todavía, estados parias para EEUU) en la comunidad internacional. O sea, que la jefa de la diplomacia española fue piropeada con mesura ("es la mejor ministra de Exteriores que hemos tenido en tiempo", dijo Hermann Tertsch) y sin mesura ("sentarse con Gadafi y Jatami tiene mérito", afirmó Pilar Ferrer). Y el presidente libio, Gadafi, denigrado por Carlos Dávila: "Estéticamente es un personaje de carnaval de Cádiz". "Me recuerda a un animador televisivo que vestía igual y que emitía un grito gutural..."

Nadie le frenó, y al rato la soltó más gorda. Jiménez ensalzó al ministro francés de Interior, Nicolas Sarkozy, que ha declarado que entre ETA y la democracia española jamás ha dudado en escoger la democracia, y Dávila afirmó: "Con personajes como Giscard d´Estaing, el más nefasto presidente de la república francesa para España, me pregunto cuántos asesinatos nos habríamos ahorrado con unos cuantos Sarkozys. Siempre recuerdo un mitin del PP en Valladolid en que apareció Giscard, además vestido de marrón, el miserable". Tertsch se sobresaltó. "¿Qué tienes contra el marrón?", inquirió Ferrer. "En la City londinense los trajes marrones no están bien vistos", agregó Terstch. "¡Pero de ahí a llamarle miserable!", remató Jaime González. "Pues este hortera --concluyó Dávila-- es uno de los tíos que más culpa tienen de que ETA haya estado matando tantos años". Sesudo y fino, sí señor.