La multinacional alemana Siemens se suma a la cadena de despropósitos del AVE Madrid-Barcelona y anuncia que retrasa hasta marzo del 2004 la entrega del primer tren de pruebas, que estaba prevista para el próximo mes de octubre según el contrato de adjudicación. Es un incumplimiento flagrante, pero que en el fondo a Renfe le viene bien. No podría usar los trenes porque aún no existen las vías. La obra pública de futuro más emblemática del PP, impulsada por el ministro Alvarez-Cascos, más que sufrir un nuevo retraso, se convierte en paradigma de un fracaso de gestión. Siemens incumple su contrato, dañando su credibilidad como multinacional, justo cuando su competidora francesa Alstom también está en horas bajas. No obstante, el anuncio anticipado del retraso indica algo más grave: conocidos los contratiempos en el trazado del AVE, la entrega puntual de los convoyes supondría pasar por el bochorno de dejarlos en los hangares. La ayuda es mutua: el Gobierno y Renfe no pasan por el apuro de recibir un pedido que no podrán utilizar, y Siemens --que ganó el concurso del AVE junto con la española Talgo-- consigue una prórroga que le permite reordenar sus prioridades de entrega.