Víctor Manuel de Saboya (Nápoles, 1937) marchó al exilio con 9 años de edad y ahora ha vuelto por primera vez y fugazmente a Italia con el afán de que su familia recupere casas y demás bienes.

Como si parafrasearan el dicho castellano de "ir (o venir) a por atún y a ver al duque", los Saboyas --padre, madre e hijo heredero del heredero, Manuel Filiberto-- llegaron al aeródromo militar italiano de Ciampino y en automóviles de la Iglesia fueron al estado Vaticano; estuvieron con Juan Pablo II y se volvieron a Ginebra con la promesa de utilizar en febrero la reforma constitucional que el pasado 5 de febrero aprobó el Senado. La misma les permite tener residencia en la República italiana y ellos quieren aprovecharla para que les devuelvan diversos bienes que les fueron expropiados en 1946.

Licenciado en Ciencias Económicas y vendedor de helicópteros, Víctor Manuel en su juventud fue un decidido playboy y cuando ya había cumplido la edad de 30 años tuvo una pelea en aguas de la isla de Cavallo, al sur de Córcega, disparó con una carabina y, accidentalmente, mató a un turista alemán. Pasó siete semanas en la cárcel de Ajaccio y el juicio por homicidio involuntario se ha demorado por diversidad de alegaciones de sus abogados. Así esquiva su responsabilidad, pero quiere que el Estado italiano le devuelva con rapidez lo que cree suyo.