Por qué deberían importarnos los centenares de muertos en Libia? Por razones de humanidad. Esa sería la respuesta correcta, pero la real es que tienen el 13% de nuestro petróleo y que les vendemos armamento. Una relación comercial que ahora el Gobierno ha decidido suspender.

Sé que para los expertos en relaciones internacionales mi respuesta es demasiado banal y quizás absurda la pregunta, ya que hay aspectos que no se cuestionan y entre ellos el dolor ante las masacres. Y tienen razón. Estas reflexiones nacen desde la ignorancia y de la simpleza de pensamientos que me provoca la indignación de nuestros estadistas cuando divagan sobre cómo derrotar a un presidente que hasta ahora han elogiado.

Muamar el Gadafi ha sido cortejado tanto por Europa como por Washington y hasta invitado a participar, por el presidente Barack Obama , a la cumbre del G-8. Una suma de errores históricos que han considerado a las dictaduras, de las zonas del Magreb y Oriente Próximo, como el mal menor frente a los islamistas. Una hipocresía con la que protegen sus propios intereses económicos, los de los países del mundo desarrollado, y con ello la seguridad de todos nosotros, sus ciudadanos. Eso dicen.

Y asombrada veo imágenes de sangre y de muertos, tal vez por armas fabricadas en mi propio país, en Europa, mientras escucho que se adoptarán medidas de ahorro por el petróleo que ahora no tendremos, pero no sobre qué haremos para apoyar a una población, de más de seis millones de personas, que está siendo aniquilada por un loco que lleva 41 años en el poder y que se hace llamar líder de la Revolución de Libia.

¿Qué podemos hacer ante un modelo de sociedad que ignora al ser humano? La historia se ha construido y se sigue edificando por vencedores sobre los vencidos, entre tienes y consiento, acuerdos por el necesito y te doy. Y en ella el individuo no tiene valor, como tampoco los cuerpos que hoy en Libia abonan panzas llenas de petróleo.