TMtuchas veces nos preguntamos: ¿En verdad hay progreso? Y si hay progreso, ¿por qué la crisis? Y llego a la conclusión que más que progreso, lo más que hay, son variaciones sobre los mismos temas. Cada generación interpreta la suya. Y luego a empezar da capo , aunque, eso sí, serán otros los dedos que hieran el teclado para desgranar el estribillo de siempre.

La familia, la escuela, la universidad, el ejército, la iglesia, las academias, las organizaciones, los partidos son no más que máquinas reproductoras perfectamente equipadas para fabricación en serie de niños, alumnos, soldados, fieles, socios, políticos- El mismo sistema de producción. El mismo modelo estandarizado. Y así en todo. Se perfeccionan las máquinas, pero no los prototipos. Se presta atención a los caminos, pero se descuidan las metas. Interesan los medios, no los fines. Avanzamos de prisa, sin rumbo, hacia donde sea.

De vez en cuando aparecen los hombres radicales que preconizan una vuelta a los orígenes, un retorno al principio; pero a la postre se trata de volver al mismo principio que conducirá inexorablemente a las andadas. Hay que volver a empezar, que eso es humano, pero hay que empezar desde otro principio para no tropezar siempre en la misma piedra, que eso no es racional. Hay que volver a empezar una y otra vez, porque es humano equivocarse y corregir los yerros. Pero no basta con enmendar la plana, hay que cambiar la muestra, pues el mal viene ya desde el principio. En el principio está el egoísmo, la violencia. La injusticia, la insolidaridad. Volver a empezar desde el principio es condenarnos al círculo vicioso de nuestros males. Lo que hay que cambiar es ese principio por otro apto para alcanzar la vida que deseamos, si es que aún, nos queda imaginación y agallas para soñar y construir otra vida mejor, es decir, la vida.

*Licenciado en Filosofía.