La red de abastecimiento de agua de Cáceres comienza a estar desfasada. Y tanto lo está que la media de averías es nada menos que una diaria. Los reventones comienzan a estar a la orden del día y muchas de las conducciones de agua tienen 40 años de antigüedad. La verdad es que las tuberías piden a gritos ser jubiladas y bien haría el ayuntamiento en acometer un plan de saneamiento a corto espacio de tiempo. Aunque las reformas son caras, quizá lo sea más el trabajo que da repararlas y el agua que se pierde, al margen de las molestas averías.

Y aunque sea costoso reemplazar las tuberías, el ayuntamiento cacereño puede emplear una parte del dinero que ingresa en multas. El pasado año fueron 18.000 las sanciones impuestas por la policía local, 6.000 denuncias más que en el 2002. Y es mucho dinero extra el que ingresa con ese 21% de incremento en un sólo ejercicio económico. Claro que si como se apunta los números rojos asfixian al consistorio y el endeudamiento es ya importante, bien haría el equipo municipal de gobierno en revisar sus presupuestos o buscar fórmulas alternativas para conseguir nuevos ingresos. Y poner más multas no es la única solución.