Secretario de Seguridad

Privada de CSI-CSIF

Todos sabemos que vivimos en Extremadura y tenemos conciencia de ello. Mucha gente ha estado trabajando para que todo el pueblo extremeño desarrolle su vida en libertad y con una cuota de autonomía impensable hace unos años. ¡Qué bonito habitar tierras extremeñas, trabajar en tierras extremeñas y sentirse bien pagado: pagado justamente! Así es como deberían sentirse la mayoría de los vigilantes de seguridad en nuestra región. La realidad es otra bien distinta.

En seguridad privada existe un convenio que considera competencia desleal las ofertas realizadas por las empresas que sean inferiores a los costes que, en este mismo artículo, se detallan; abarcando todos los aspectos de la contratación de los servicios de seguridad: vigilante de seguridad con arma, sin arma, hora nocturna, fines de semana, antigüedad...

Los juzgados están repletos de denuncias de los vigilantes contra sus empresas porque éstas no cumplen los compromisos pactados en convenio. Así, nos encontramos con vigilantes que no disponen casi de uniformidad, a los que las empresas les dan lo justo de ropa y así pasan varios años; a los que jamás se les proporcionó calzado; vigilantes que hasta no hace mucho tiempo han estado realizando un cómputo horario superior al fijado en convenio sin cobrarlo; vigilantes a los que no se les abonan las nocturnidades; otros que no cobran el plus de festivo; o aquellos otros que tienen que pelear en los juzgados hasta por el finiquito que deben recibir al cambiar de empresa.

Ante el panorama anterior, merece la pena preguntarse si es aconsejable ejercer de vigilante de seguridad aquí en Extremadura. Parece necesario preguntarse si nuestra región es de primera o de segunda en este aspecto. Si el empeño por llevar a nuestra región a alcanzar cotas de progreso cada vez más altas, se corresponde con las situaciones que los vigilantes de seguridad viven diariamente. Y todo porque hay empresas que ofertan bajo convenio y hay clientes que aceptan esas ofertas para ahorrarse un dinero. Ahorro que repercute negativamente en sus propios intereses al tener vigilantes mal pagados (porque la realidad es que los que siempre sufren las consecuencias son los vigilantes), con serios problemas para llegar a fin de mes que, lógicamente, ante el cúmulo de circunstancias personales señaladas, no van a dar un servicio óptimo.

A todo lo anterior hay que sumarle que no solamente la empresa privada contrata seguridad, sino que la misma administración autonómica lo hace. Que, además, lo hace a gran escala debido al número elevado de dependencias existentes. Y que la mayoría de las empresas contratadas provocan en los vigilantes la misma cantidad de problemas antes señalados y algunos más. Algunos más porque hay empresas que no tienen infraestructura aquí, en Extremadura, para supervisar servicios y estar en contacto directo con el vigilante. Habría que pedir responsabilidades a alguien. Alguien que no controla, que no supervisa. Alguien que está haciendo que nuestra región, en el ámbito de la seguridad privada, se parezca a aquella otra región, existente hace muchos años, donde había que quitarse la gorra delante del señorito, que te pagaba lo que quería y cuando quería.

Hacer empresa no es mirar solamente la cuenta de resultados. Es lograr día a día un progreso económico concordante con el bienestar de los trabajadores.