Los españoles, lo dicen las encuestan, tenemos una gran confianza en nuestro Ejército. Tendemos, pues, a vigilar poco a los que vigilan nuestra paz, ahora que no ya es de los cementerios. Pero quedan todavía puntos negros que no todos son menores. Como los de estos días, cuando el Ejercito ha tenido que atribuir a un "error" el bloquear a Alberto Garzón, y pedir perdón por haber felicitado a Rafael Nadal con un texto ultraderechista. Por limitarnos a la actualidad, recordemos que el Ejército lleva varios años triplicando (de 7 a 27 mil millones) el presupuesto que le acuerda el Parlamento, incluyendo tanques inservibles, submarinos que se hunden, etcétera. Que el ministro Morenés ha sido, por ponerlo en pasado, comisionista de armas, y ha firmado ahora 37 contratos con su antigua empresa. Que quienes denuncian la corrupción, la falta derechos humanos e incluso el acoso sexual acaban en la cárcel militar y expulsados --ellos, sí-- del Ejército. La lista es muy, muy larga. Habrá que vigilar un poco más al vigilante armado, digo yo, si queremos tener la fiesta en paz.