WLw a ciudad de Olot está consternada. Al lejano recuerdo del secuestro de Maria Angels Feliu se han sumado, en pocas semanas, los crímenes del geriátrico La Caritat y el cuádruple asesinato cometido por Pere Puig. Con todo ello, Olot ha sido portada luctuosa y escenario de una crónica negra que ha manchado el escenario idílico de una comarca conocida y visitada por sus múltiples atractivos. Conviene volver a contemplar un Olot trabajador y festivo que atesora muchas riquezas. Estigmatizar a una población por las recientes circunstancias dramáticas sería a todas luces una exageración. La crueldad de un destino centrado en dos personas desequilibradas debe leerse solo como una fatalidad trágica que se ha cobrado, lamentablemente, unas víctimas inocentes y, por extensión, ha ocasionado daños colaterales a toda la ciudadanía. La normalidad volverá a Olot. Seguirá siendo un paraje singular, un destino atractivo, una comunidad que confía en sus posibilidades y que desea vivir en paz. Sin tener que pagar injustamente por crímenes que no ha cometido.