El nivel de facturación por la venta de vinilos en Estados Unidos ha superado al de los cedés por primera vez desde 1986. No sé si alguien vio venir este cambio de tendencia. Pero sí se advertía, desde hace algunos años, que los vinilos se estaban convirtiendo, de nuevo, en objetos de deseo de un público mucho más amplio que el de los románticos melómanos, que nunca dejaron de atesorarlos. De acuerdo en que algunos de los que volvieron a comprarlos lo hicieron más por pose que por una verdadera pasión por el formato. Pero, después de eso, vino lo demás. Y ahora, que el público general vuelve a verlos como elementos apetecibles, nos parece increíble el hecho de que muchos grandes almacenes llegaran a retirarlos, por completo, de sus estanterías. Aunque no es raro, si lo pensamos bien, que todo esto esté ocurriendo en estos momentos. No en vano, mucha gente ha dejado de escuchar cedés en los coches. Unos, porque prefieren pinchar un lápiz de memoria o conectar de manera inalámbrica el móvil, desde el que se puede acceder a cantidad de servicios que ofrecen inmensas discotecas en línea. Y otros, porque han comprado vehículos en los que el reproductor de cedés ha desaparecido, del mismo modo en que antes lo hicieron los casetes. Ciertamente, para escucharlos en casa, los vinilos ofrecen un sonido más cálido que los cedés, y en este formato, de mayor tamaño, lucen mejor el diseño de las portadas, las letras y hasta los créditos. Si uno quiere escuchar música con un sonido más depurado, como el digital, puede recurrir a Spotify, Amazon Music o YouTube. Cuando se estrenó la película de Stephen Fears, Alta Fidelidad, allá por el año 2000, muchos contemplaban a los musicómanos protagonistas de la adaptación cinematográfica de la novela de Nick Hornby como un grupo de friquis trasnochados. Veinte años después, se demuestra que eran, al mismo tiempo, unos nostálgicos y unos adelantados a su tiempo. Quizá, por ello, han convertido la novela, que después fue película, en una serie de televisión en la que el protagonista de entonces, John Cusack, pasa a ser ella, Zöe Kravitz, hija del músico Lenny Kravitz. Y es que, ahora, la gente ve más series que películas, y compra más vinilos que cedés. Pero, como la moda de los cedés, la de las series y los vinilos también pasará. Porque las tendencias son cíclicas. Porque, a lo largo de la vida, todo viene y va. Y porque todo vuelve, antes o después, salvo el tiempo que surcamos y las personas que se nos fueron para siempre.