El gran aumento de mujeres que ya se atreven a denunciar los malos tratos, y los cuarenta salvajes asesinatos por unos bestias que demuestran que su mentalidad e instinto no ha cambiado desde sus antepasados cavernarios, significa que esta plaga va en aumento como un río desbordado que destroza todo a su paso, me incita como veterano aún en activo en convivencia matrimonial durante casi seis décadas, ofrecer mi humilde opinión sobre este triste asunto, que su principal causa es, el total desconocimiento mutuo del interior o fondo de la pareja por largo que sea el noviazgo, aunque vital para que en el tiempo-roce germine cariño o amor, principal bálsamo para suavizar el fuerte impacto de los desengaños que surgen en la convivencia cotidiana.

Las sorpresas desagradables que surgen en la nueva vida son causa de la mentalidad, comportamiento y educación adquiridos en su formación que cada uno da por buena, pero choca con los valores recibidos por la otra parte.

La violencia en la pareja no es solo el salvaje comportamiento de estos machos de cerebro atrofiado, existe otra más refinada por parte de la mujer, pero moralmente dañina, con poca repercusión, porque como hombre silencia que su esposa lo humilla con constantes reproches, critica todos sus quehaceres y el insulto es constante. Solo la cordura que abarca, capacidad de obrar y pensar con buen juicio, prudencia, reflexión, sensatez y responsabilidad, es capaz de poner freno a este desastre conyugal.