La joven de Reus salvajemente asesinada ha puesto el foco en la violencia machista cometida por menores, un problema cada vez más alarmante. El Barómetro Juventud y Género 2017 del Proyecto Scopio realizado por el centro Reina Sofía arrojaba datos preocupantes. El 49% de los jóvenes españoles afirmaba que la violencia machista había aumentado en los últimos años (así lo creían el 59,2% de las chicas, pero solo el 39,2% de los chicos). Más del 15% veían aceptable que la pareja les revisara el móvil; el 12%, que les controlara sus amistades y casi el 10% toleraban la violencia física. Más del 80% de los entrevistados declaraban haber sido testigos de algún comportamiento violento. Y, atención, el 40% creían ver en el consumo de alcohol y otras drogas la aparición de estas conductas. El aumento de denuncias es, sin duda, un dato positivo, pero los expertos apuntan la dificultad de muchos adolescentes en distinguir las señales de la violencia machista. Asimilan patrones que quizá viven en sus casas o que, especialmente, ven en los productos de ocio que consumen. La escuela y el conjunto de la sociedad tienen el gran desafío de desarrollar un modelo alternativo que contrarreste el machismo y sus altavoces.