Directora General del Instituto de la Mujer

Un año más tiene lugar el Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer, fecha elegida para conmemorar el violento asesinato de las hermanas Mirabel, tres activistas políticas asesinadas en 1960 por la policía secreta del dictador Rafael Trujillo en la República Dominicana.

La denuncia de la situación de constante agresión que sufren millones de mujeres en todo el mundo está en consonancia con el deseo de que la justicia prevalezca y cualquier acción internacional vaya encaminada a erradicar definitivamente la violencia, haciendo posible el diálogo, el entendimiento y la tolerancia para construir un orden mundial, basado en la paz y la justicia para toda la humanidad, independientemente de su sexo, identidad nacional, étnica o religiosa.

La violencia contra la mujer, un verdadero problema social fruto de la desigualdad entre hombres y mujeres y de la presión de un género (el masculino) sobre otro (el femenino), constituye un atentado contra el derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad, a la dignidad y a la integridad física y psíquica de la víctima. No debemos olvidar que la mortalidad de mujeres que causa este tipo de violencia en nuestro país es mucho mayor que el número de víctimas que se cobra el terrorismo. Y no debería hacer falta recordar que todas las víctimas merecen el mismo respeto.

Las denuncias por malos tratos a mujeres presentadas en los últimos años en Extremadura han ido en aumento; en lo que va de año, con los datos del último trimestre, se han producido un total de 755 denuncias. Estos datos reflejan el hecho de que las mujeres han decidido denunciar las situaciones de maltrato de las que son víctimas y, poco a poco, todos y todas vamos tomando más conciencia del problema.

Por otro lado, el Instituto de la Mujer de Extremadura recoge en el II Plan para la Igualdad de Oportunidades de las Mujeres de Extremadura el reconocimiento social y personal de la mujer, con los mismos derechos y oportunidades que los hombres. Sin embargo, ningún objetivo de cambio social se alcanza por el mero hecho de aceptarlo y plasmarlo aplicando las leyes, sino que es un proceso más complejo. El desarrollo normativo debe ir acompañado necesariamente por un cambio de actitudes en todas las capas de la sociedad.

Las Casas de la Mujer instaladas en Cáceres y en Badajoz realizan una importante labor como centros de acogida a las víctimas de malos tratos, violencia familiar y agresiones sexuales, impartiendo un gran número de actividades paralelas que, sin duda, contribuyen a la inserción sociolaboral de estas mujeres. Esta política de inserción se ve reforzada por la labor que está desempeñando la Agencia de Innovación Laboral y Fomento Empresarial para la Mujer de Extremadura (AGILFEM), un organismo dependiente de nuestro instituto que, junto con las Unidades de Promoción Integral de la Mujer (UPIM) distribuidas por toda Extremadura, trabaja por la incorporación de las mujeres a la actividad económica y empresarial en nuestra comunidad autónoma.

En definitiva, la cultura de la paz y contra la violencia debe ser activamente fomentada. Así como la paz no se reduce a la ausencia de guerra, la erradicación de los malos tratos contra la mujer implica algo más; ese algo más es, como no me canso de repetir, un necesario cambio de actitudes que se traduzca en un compromiso efectivo con las víctimas y en contra de los maltratadores. Hoy conmemoramos el Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer y debería servirnos para darnos cuenta de que, de verdad, ese cambio de actitudes es imprescindible.