Extremadura, año 2035. Como consecuencia del cambio climático, nuestra región es un desierto de arena, desde Hervás a Monesterio. Su población, unos 200.000 habitantes, concentrados en torno a refinerías, centrales térmicas, nucleares y vertederos especializados. La mayor parte tuvo que emigrar al extranjero: Catalunya, The Basque Country o La Rioja, tras el cese de subvenciones y fondos de garantía.

La subida del nivel del Guadiana ha anegado ciudades y pueblos. En Badajoz sólo se han salvado el Cerro Gordo, declarado Patrimonio histórico-artístico de la Humanidad por la UNESCO, y el recinto de la Alcazaba, amén de una extraña estructura sobre la que el alcalde y el presidente de la AAVV del Casco Antiguo, cual longevos patriarcas bíblicos, profieren: ¡El Cubo muere pero jamás se rinde! Emérita, otrora solaz de legionarios, también inundada. La corte ha tenido que trasladarse. La capital administrativa es Calamonte. El cambio no fue traumático. Al ser considerados co-responsables de la grave crisis económica, --junto con controladores aéreos y celadores de hospital--, los funcionarios fueron deportados y las líneas 902 que los han sustituido dan igual servicio y más dividendos. La nueva polis autonómica, en el año de 2035, sólo tiene doscientos habitantes de facto; pero hay que sumarles quince mil nuevos residentes, cargos de libre designación todos ellos. A pocos kilómetros de allí, en el palacio presidencial, se escucha esta conversación: --Oh, Ilustrísima, el populacho está descontento: no tienen empleo y están hambrientos; ¿qué haremos? --He consultado al Oráculo (representando a FUNCAS, la CEOE y a JP MORGAN Asociados) y esto es lo que ha dicho: para mantenerlos ocupados, mandaremos levantar una pirámide más alta que Gizeh, pero con Wi-fi. --Señoría, ejem, con lo cabreados que están dudo que quieran trabajar sólo por amor al arte. --Claro que no, escriba, todos recibirán un sueldo. --Pero, Su Dignidad, si las arcas están vacías, ¿cómo les pagaremos sus salarios? --También el Oráculo ha pensado en eso, escriba, no hay de qué preocuparse: les subiremos los impuestos.