De la visita de Pedro Sanchez a nuestra región lo que más ha trascendido ha sido su empanada mental con las categorías y tipologías del jamón. Pero, además de sobre el desliz con la nomenclatura ‘jamonera’ (que puede ser un signo de ignorancia, de una nula capacidad para improvisar, de la falta de estudio del guion, o de la poca importancia que el presidente concede a detalles tan significativos para el sector ganadero), deberíamos reflexionar sobre el objetivo real de la visita de Sánchez a nuestra región. Porque no vino a resolver ninguno de los problemas que nos aquejan. Ni tampoco a ofrecer su ayuda en la resolución de esos otros que se vislumbran en un horizonte marcado por el constatado procatalanismo de su propio gobierno (en la denominada “guerra del cava”) y por el proteccionismo y los aranceles ‘trumpistas’. Parece evidente, por tanto, que a lo que Sánchez vino, realmente, fue a hacer campaña. Y se sirvió, para ello, de todos los medios gubernamentales, tanto de los consustanciales al cargo como de esos otros que moviliza a su antojo, sin prudencia, vergüenza ni recato. Y, aunque su periplo le llevó por las naves de la Feria de Zafra, donde consiguió las fotos que venía buscando, la medida agenda de precampaña quedó empañada por el dislate del “jamón serrano”, por los ruidosos abucheos que amenizaron su tránsito por las calles del recinto ferial, por el resbalón verbal de Vara clamando por un gobierno presidido por Felipe González (¡ay, el subconsciente!), y por la artificiosidad del discurso preconfigurado y falto de concreción del que se sirvió para responder a las preguntas del jefe de informativos de Canal Extremadura. Al final, lo accidentado de esta jornada, que se preveía rentable electoralmente, lo que viene a poner de manifiesto es que, aunque se piense que todo está amarrado y bien amarrado, siempre hay un ligero margen para que lo imprevisto trunque lo proyectado. O sea, que si la oposición procede de manera inteligente, aún está a tiempo de convencer a las mayorías para que hagan bajar a Sánchez del Falcon. Porque su plan maestro no es infalible. Y él y sus asesores, tampoco. H*Diplomado en Magisterio.