Estábamos en una burbuja, sumergidos hasta las trancas en nuestras vidas rutinarias. Conscientes de estar alienados, pero demasiado ocupados en llevar al niño a la extraescolar como para hacer algo. Ridículos al pensar que lo peor que nos puede pasar es suspender el próximo examen o no salir con los amigos de cañas el fin de semana. Cómplices de la muerte de seres humanos solo porque no han tenido la suerte de nacer en Europa. Mirando hacia otro lado. Sin sentir vergüenza por ser así de inhumanos. Mientras le pase al vecino, puedo seguir tumbado en el sofá viendo el fútbol. Todo va bien mientras a mí no me toque... Hasta que te toque.

Hemos vivido dentro de una burbuja de realidad totalmente ficticia. El coronavirus ha abierto una grieta en esta burbuja, dando un golpe de realidad para que nuestra sociedad viva la cotidianidad de gran parte del mundo: la muerte. Todo el sistema está actuando para cerrar ese agujero en nuestra burbuja de sociedad idílica. La cuestión es ¿habrá sido este bofetón de realidad los suficientemente fuerte como para hacernos abrir los ojos? Que no te engañen. El tiempo no se ha detenido. Metido en tu casita puede parecer que sí, pero sé consciente de que fuera de la burbuja la vida, inexorable, sigue su camino.