El importante crecimiento producido en la economía española durante los últimos años ha estado sustentado básicamente en la construcción y en el turismo, el precio de la vivienda experimentó un incremento en un porcentaje cercano al 20% anual, a ello contribuyó la presión especuladora ejercida sobre el suelo urbanizable y las escasas promociones de vivienda pública.

Las hipotecas son una trampa mortal a la que la gente, que pretende adquirir una vivienda, se ve abocada, si la suscriben variable, estará vinculada a la volatilidad de los tipos de interés, si a tipo fijo, supone tener que abonar desde el principio un precio superior al que tenga el euríbor en ese instante. Como nos movemos por impulso de lo inmediato, la inmensa mayoría opta por hipotecas variables. El precio del dinero, en lo que va de año, ha despertado de su letargo y está empezando a dar los primeros zarpazos, en marzo el euríbor ha escalado hasta la cota del 3,1%, siguiendo la estela marcada por el Banco Central Europeo y la Reserva Federal. Este incremento que es bueno para controlar la inflación, para desacelerar la económica y para incentivar el ahorro, provoca una subida en las cuotas hipotecarias ; los bancos, como una goma que se estira según convenga, prologan la vida del préstamo para contrarrestar los aumentos, provocando que las hipotecas sean la única herencia que algunos dejarán a sus hijos. Tanto la Comisión Europea, como el propio Caruana --gobernador del Banco de España-- instan a los bancos a que sean prudentes a la hora de conceder nuevos préstamos, y que eviten financiaciones por encima del valor de tasación de la vivienda, ya que en un escenario de tipos al alza, secundado por una crisis económica con pérdida de empleo, un buen número de consumidores se verían avocados a situaciones de extrema insolvencia, con riesgo de impagos y embargos masivos, lo que provocaría el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.

Los políticos atribuían el incremento del PIB nacional a su buen hacer, pero para ser justos convendría achacarlo al auge coyuntural de la construcción. Constantemente se defendía la tesis de que si se construían tantas viviendas y todas se vendían, a pesar de estar caras, era debido a que la economía iba bien y la gente se lo podía permitir, cuando sabemos que detrás de la adquisición de una vivienda está la sombra negra y alargada de un endeudamiento casi de por vida. Los bajos tipos de interés, las facilidades ofrecidas por los bancos, los incentivos fiscales, arrastraron al ciudadano hacia la cultura del endeudamiento, un nuevo tipo de esclavitud impropio de estos tiempos.

XESPAÑAx es un país, comparativamente con Europa, con un alto porcentaje de propietarios: de los 13 millones de familias españolas, 11 millones son dueños de sus viviendas debido en gran parte a la escasa movilidad laboral y a unas pautas tradicionales de comportamiento. Se está construyendo en España más que en Alemania y en Francia juntas, y éste es un dato que siendo cierto, no se corresponde con las necesidades ni con el potencial de cada país. El coste de la vivienda, aparte del elevado precio que soporta, se ve incrementado con una serie de impuestos: IVA, plusvalías, gravámenes notariales, registrales y comisiones inmobiliarias. El Ministerio de Economía está elaborando un proyecto de ley para facilitar el abaratamiento del cambio de hipotecas, siendo esto positivo no es una medida que resuelva el alto precio de la vivienda. El problema inmobiliario pasa por una serie de reformas que den respuesta a un cambio estructural y profundo del sector y cree nuevas expectativas. El Ministerio de Vivienda no ha encarado el tema del suelo urbanizable, que se acerca al 50% del coste total de algunos inmueble, no así en Extremadura donde se aproxima al 20%. Los pisos continúan estando inaccesibles a los jóvenes, que ven como se retrasa su edad de emancipación y con ella la posibilidad de formar una familia.

A pesar del auge experimentado por el sector de la construcción vivimos en una época prosaica donde al ciudadano le queda ese regusto amargo de ver como cada día se aleja más de la posibilidad de adquirir una vivienda, y cuando lo hace está sometido a una serie de vicisitudes como un suelo caro, una cantidad de gravámenes añadidos, unas hipotecas que se encarecen con la subida del precio del dinero, y que significan sobre su sueldo una merma cercana al 60%, 70% del mismo. Mientras tanto, los políticos se afanan en otras cosas y el ciudadano ve como sistemáticamente se vulnera el precepto constitucional de poder acceder a una vivienda digna.

*Profesor