Historiador

Uno de los problemas más graves que afectan a la sociedad española es el de la vivienda: la adquisición de un techo para vivir o el alquiler del mismo. Desde que el PP gobierna en España, no para de crecer la especulación, que empieza en el suelo, su gestión, recalificación y urbanización, y termina en la venta de viviendas y/o su arriendo. Alvarez Cascos dice, con el cinismo que caracteriza a los dirigentes populares , que esa actividad es prueba de la bonanza económica de nuestro país, del creciente poder adquisitivo de las familias españolas. Sin embargo, como en su día lo era con las propiedades rústicas y luego industriales, la posesión y acaparamiento de edificaciones va concentrándose en manos que hacen con ellas un gran negocio.

Ahora que la bolsa es una inversión insegura, e incluso para muchos ruinosa, la inversión en inmuebles urbanos ocupa su lugar. Pero los más necesitados, los que han de procurarse un hogar con un sueldo medio, tienen más que difícil, imposible, cumplir con su objetivo. Y por lo que a Extremadura se refiere, quitando a los pueblos y ciudades pequeñas y medianas, donde las viviendas de protección oficial acaparan casi todo el mercado, el precio de los inmuebles está por las nubes, sobre todo en Mérida, Cáceres y Badajoz. Imposible adquirir una vivienda por menos de 20 millones de las antiguas pesetas y/o alquilar por menos de 60.000 pesetas antiguas.

¿Qué joven puede formar así un hogar? ¿Qué familias de medianos recursos pueden asentarse? Es necesario el pacto por la vivienda, que la Junta de Extremadura viene desde hace tiempo proponiendo. Imprescindible para acabar con el negocio de unos sobre una inmensa mayoría.