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Hay proposiciones que son de una contundencia que valen por todo un programa detallado. Así, Rodríguez Ibarra ha ofrecido suelo gratis desde la Junta de Extremadura si revalida su gobierno para los promotores que se comprometan a construir viviendas por un valor de venta de hasta 60.000 euros. Y hay, también, actuaciones que sí llevan toda una filosofía de la vida que hacen innecesaria cualquier explicación de intenciones. Así, el gobierno del PP en Badajoz, que vende suelo público en subasta especulativa, haciendo que en algunas zonas de la ciudad la repercusión del mismo por vivienda supere los 90.000 euros; al final, la vivienda no baja de 200.000 euros a la hora de ponerse en venta.

Está claro que con la primera propuesta se trata de abaratar los costes de la vivienda. De facilitar a los ciudadanos un bien al que tienen derecho reconocido por nuestra Constitución. De impedir que sus vidas queden hipotecadas por préstamos imposibles durante largos años en que la desesperanza descarga su maza en tantos miles de familias a las que no cuadran las cuentas. Y, con la segunda actuación, la espiral alcista de los precios llega a extremos de desesperación, condenando a la mayoría a una situación de indigencia que nunca la superan, en tanto una minoría se llenan los bolsillos con un negocio inmobiliario que sube sin cesar.

La adquisición de vivienda es uno de los más graves problemas que tiene este país. El lograr un techo digno para todos. El cumplir con ese mandato constitucional, nos da la medida de la forma de ser y de actuar de cada partido con sus propuestas y actuaciones. Lo demás son florituras que no pueden ocultar la realidad.