Hay casi tantos tipos de personas como habitantes del planeta Tierra, porque cada uno somos a nuestra manera únicos y especiales... lo que es una suerte en determinados casos y una lástima en otros. Sin embargo hay una distinción para mí muy evidente: la que existe entre quienes tienen apetito por la vida y los que se limitan a vivirla sin más. Eso no significa que a usted tenga que parecerle mejor o peor la misma forma de vivir que a mí, pero tengo que reconocer que cuando escucho las Bienaventuranzas y que los mansos heredarán la Tierra pienso que a mí no va a tocarme ni un pedrusco. Porque me cuesta mucho la mansedumbre. Nada más lejos de mi intención que convertir este artículo en una sucesión de citas bíblicas, pero sí creo firmemente que «los hijos de las tinieblas son más sagaces en sus negocios que los hijos de la luz». La semana pasada alguien me dijo que le encantaba cuando no me empeñaba en meterme en asuntos políticos y escribía sobre sentimientos, campos verdes o sueños. Lejos de verlo como un halago, lo sentí como una recomendación para no ser tan polémica ni meterme en cosas serias. Supongo que la política es de las cosas más serias, sobre todo cuando en estos días te marca cuando salir, cuando moverte o casi cuando respirar.

Y hay quien se amolda a eso a gusto y sin problema: le dicen salta y sólo pregunta desde dónde. Es el feliz acomodo de la mediocridad, que no conlleva sacrificio ni más esfuerzo que abandonarse a la voluntad de otros. No pensar, no decir, no cuestionar. Decía Thomas Merton que la mayor tentación humana es aspirar a demasiado poco. Y si ustedes lo piensan esa postura, por menos exigente, es la más cómoda y relajada.

Ahora no es momento de criticar, sino de ayudar, dicen, como si la crítica no pudiera ser constructiva, además de una forma de control a quienes parecen empeñados en huir de toda vigilancia. Sin duda en el control y uso de la información los hijos de las tinieblas siempre fueron más avispados, menos acomplejados y más valientes. Así que traten de mantenerse críticos, despiertos y exigentes, porque nos va la vida en ello. Literalmente. Porque conformarse es otra forma de morir.

*Periodista.