Periodista

Se han equivocado de siglo esas parejas de homosexuales que han presentado papeles en Madrid y Valencia para que lo suyo acabe en boda. O se han equivocado de país. El señor Aznar debería mostrarse agradecido con ellos y con ellas. Habla tanto de modernidad, que los gays y las lesbianas llegaron a creerse que estaban en Holanda.

Pero no lo hará. Ni se interesará por los papeles de esos ciudadanos y ciudadanas que creen en una fórmula de matrimonio adaptada a su caso. Como lector de las Sagradas Escrituras debe de temer que la España de siempre, de machos y hembras bien definidos, pueda acabar como Sodoma. Por cierto, ¿se puede saber qué hacían los gomorritas para que Dios los castigara también con tanta saña?

Además, hay un motivo por el que no prestará a la reforma que piden la debida atención. Ultimamente está muy ocupado con temas que son más de su agrado, como la doctrina anticipatoria de los ataques del Ejército español y la exportación de servicios de la Guardia Civil a zonas del mundo en las que puede ser útil la presencia de los agentes del tricornio. No hay dinero para viviendas de protección oficial. Para los militares y la Benemérita habrá los millones que hagan falta.

Debo de ser de los pocos ciudadanos que se ha leído entero el discurso del presidente del Gobierno ante los mandos de las Fuerzas Armadas. Lo que sabe ese hombre de temas militares... Corrige, incluso, a los que atribuyen a Napoleón una sentencia que es del mariscal Turenne. Y da lecciones a los estrategas de la OTAN. Lo llevaba bien escondido. Ahora le ha salido la vocación frustrada que nunca reveló. Quería ser militar y llegar a general, Ahora se explica su sí incondicional a la guerra. Lo que le ha de doler es no vestir el uniforme.