No por ejemplarizantes, los expedientes sancionadores y recriminaciones oficiales a compañías telefónicas como Vodafone por averías en la cobertura de su servicio de móviles, que en el caso de Extremadura afectó la pasada semana a unos 150.000 abonados, deben quedarse ahí. Y esto tiene una explicación. Cierto que se contaron por millones las personas que se vieron afectadas en toda España por los fallos en la red de móviles de dicha compañía. Y también que a buen seguro supuso un quebranto para profesionales, empresarios, administraciones y trabajadores en general que utilizan el teléfono para desempeñar sus labores. Pero no lo es menos que el del móvil es un servicio que, como otros, nos parece ya imprescindible para desempeñar nuestra vida diaria.

El tratamiento que desde las administraciones se ha dado al corte de suministro de Vodafone debería servirnos para aplicar una misma política de actuación cuando se producen averías en otros muchos servicios que realmente sí son básicos para la sociedad. El ejemplo del suministro eléctrico, que actualmente en Extremadura está sujeto a un riguroso control debido a los constantes cortes de luz, e incluso el del agua, son solamente escenarios sobre los que habrá que tener todas las miradas sancionadoras puestas.