Dramaturgo

El Tribunal Superior de Extremadura acaba de dictar sentencia y obliga a dejar la Alcazaba de Badajoz como estaba antes. ¿Antes de qué? ¿Antes de que llegara Marwan? ¿Antes de que se quitara la cruz de los caídos que allí permaneció durante décadas sin que nadie, salvo algunos comprometidos que denunciaban una y otra vez la memoria negra de la guerra civil que esa cruz representaba y que no eran, entonces, "amigos de Badajoz" ni de nadie porque era arriesgado ser amigos suyos, digo, sin que nadie pusiera denuncia alguna? ¿Qué significa antes? Porque muy grande no debe ser el delito que tal sentencia conlleva, ni muy notorio, ya que quienes lo denuncian son los mismos que votaron a favor de la aprobación en su fase inicial. Y sin embargo, ahí está la sentencia.

Que tiemblen los de los aparcamientos en la Memoria de Menacho, los que esperan ver inaugurado el Palacio de Congresos, los que creen que el museo de la ciudad será perdurable. Corren el riesgo de ser condenados a poner las cosas en su sitio, a dejarlo todo como estaba. ¿Y el lejío de los "chinatos"? También eliminando a El Corte Inglés y trayendo a los gloriosos infantes que hicieron la "mili" en el cuartel de Menacho. ¿Y la casa de las "antigüinas"? ¡Por supuesto! Y con las "antigüinas", que ahora descansan en paz, en las ventanas arrojando agua. ¿Y el viejo Vivero? ¡Cómo no! Con las gradas llenas y el Badajoz entrenado por Boronat, a dos puestos del liderato en Segunda División. ¿Y el López Ayala? ¡Faltaría más! Con sus butacas de terciopelo rojo, Lina Morgan en el escenario y Onofre en la cabina de proyecciones.

¿Es ésta la tan traída recuperación de la memoria de la que se habla? Sí.