Técnico financiero

Está ya montado el baile (con toda la parafernalia mitinera, bullanguera y festivalera que ello lleva implícito) y que como colofón nos llevará a ejercer nuestro derecho acudiendo a las urnas.

Los comicios locales y autonómicos están aquí ya... Es algo que, al margen de las historias y batallitas que nos cuenten los políticos metidos en campaña electoral, debe llenarnos de satisfacción y hasta de júbilo. Lamentarnos después, a toro pasado y si los resultados no cumplen nuestras expectativas o deseos, no estará nunca justificado si no hemos acudido a votar.

Ciertamente, en nuestro entorno más cercano, y según datos difundidos por los medios de comunicación, muchos jóvenes extremeños, ¡aleluya!, acudiréis el próximo domingo por primera vez a manifestaros con vuestro voto. Permitidme, jóvenes que os estrenáis en ésta para vosotros nueva responsabilidad, que os felicite...

Gozáis de un estado democrático que a vuestros antepasados les costó mucho tiempo y sacrificios conseguir. Dicen que la democracia (la perfección es una utopía eterna del género humano) es el estado menos malo de cuantos existen.

Coincidamos con Churchill cuando decía que la democracia "es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás". Vuestro voto, aún virgen, debe ser ilusionante porque la ilusión tiene que ser, y de hecho yo estoy convencido de que así es, vuestro principal patrimonio. El conformismo o pasotismo del que los mayores puedan pensar que hacéis gala, no es más que colocaros una "etiqueta" que no se corresponde en nada con la realidad.

El futuro es vuestro y es vuestra también la responsabilidad de que el mundo sea mejor cada día, e indistintamente de que el fracaso en algunas actitudes o situaciones vuestras sean, más que de vosotros, responsabilidad de los mayores...

Vuestra ventaja es, al fin y al cabo, que "si tuviérais que hacerlo todo otra vez, aún os quedaría tiempo". ¡Qué privilegio el vuestro!

Por lo tanto, el próximo domingo nos toca acudir a todos a las urnas convencidos de que nuestro voto es extraordinariamente importante para el futuro de nuestros pueblos y de nuestra región.

Con nuestro voto pondremos o quitaremos aquello que pensemos que es mejor para la colectividad, para nuestro desarrollo futuro y para nuestra realización personal. Tomar la actitud del avestruz no es precisamente la más adecuada, aunque sí tal vez la más cómoda y menos solidaria con el entorno que nos rodea: nuestras gentes, nuestros pueblos y nuestra bendita tierra... ¡Votemos, hombre, votemos!