En España ha habido siempre un ‘facha’ de más o de menos (más bien de más, seguramente, dada la tradición), pero un facha calladito y sin molestar, o molestando solo lo imprescindible. A partir de ahora, sin embargo, empezarán a proliferar quienes confiesen abiertamente --y legítimamente, claro-- que son fachas.

Pero porque siempre lo han sido, sin más. La iniciativa, de momento, es del partido Vox, que la semana pasada reunió en la plaza de Vistalegre a 10.000 valientes decididos a reconocerlo y, por supuesto, a gritarlo: «¡Somos fachas por Dios y por España!». Y como toda iniciativa crea tendencia, y dado que la moda acaba siempre por imponerse (incluso en la ropa), no tardarán en surgir más valientes aquí o allá, legitimados por un partido cuyo líder no se avergüenza (ni tendría por qué, desde luego) de haber sido siempre facha. Por cierto, el nombre del líder es Santiago Abascal Conde, por si interesa.

Ciertamente, 10.000 fachas son muchos ‘fachas’, aunque carezcan aún de representación parlamentaria. Aún, es decir, de momento. Y es que ahí están Italia, Hungría, Austria, Brasil, por mencionar cuatro ejemplos (sin citar a Estados Unidos, of course) de cómo las democracias pueden ser democráticamente sustituidas por todo lo contrario. ¿Democráticamente?

Sí, porque el pueblo vota y, sea por convicción o por abducción, el pueblo decide. Pero la pregunta sería otra: ¿de dónde van a surgir en España los valientes que por fin se declaren fachas, así, sin embozo ni miedo a ser observados? Muy fácil: de quienes son tan españoles que no soportan la inmigración, la independencia, las autonomías e incluso el feminismo, que tal han sido las premisas del líder de Vox en Vistalegre. En fin, que españoles no van a faltar. Y que todo sea por España, coño, que ya está bien de políticos que no se ocupan de la patria.

Así pues, hay que felicitarse de que en España, a partir de ahora, vayan a surgir fachas. Hay que felicitarse porque solo faltaría que, siendo un país democrático, se le prohibiera al facha la desfachatez. No sería serio. Al fin y al cabo, es también la voz del pueblo.