Catedrático de la Uex

Ya estamos otra vez a vueltas con la clonación. Es éste un tema que aparece cíclicamente, cada vez con más frecuencia, y que provoca siempre discusiones encendidas. El logro conseguido por los científicos surcoreanos ha desatado la controversia y de nuevo subyace la confrontación entre progresistas y conservadores, en el amplio sentido de estos dos términos. No importa que quienes hablen sean científicos, periodistas, políticos o cualquier otro grupo. Los progresistas siempre están a favor y los conservadores en contra, y este problema no es nuevo, no es de ahora, hace siglos que esta confrontación se viene produciendo.

Hace siglos se perseguía a quien mantenía que la Tierra era redonda, o que giraba alrededor del sol, o que la sangre circulaba por el cuerpo como el agua por las tuberías y tantas otras cosas. Actualmente se persigue y se prohíbe la clonación humana. De hecho en España no está permitida. Como la historia nos demuestra es inútil prohibir o perseguir el progreso, porque éste al final acaba imponiéndose si sus resultados son beneficiosos para el ser humano. Bien es cierto que para evitar los abusos de personas poco escrupulosas algunas ideas hay que regularlas. Quisiera poner un par de ejemplos, sin usar tecnicismos, para que todo el mundo pueda entender el problema. Si una pareja pretendiera elegir el sexo de su descendencia por el capricho de tener un niño y una niña, la famosa parejita, no sería ético permitírselo; pero si tuvieran ya un hijo hemofílico y quisieran tener una niña sí sería ético, pues ésta es una enfermedad ligada al sexo y que no padece el sexo femenino. Veamos otro ejemplo: supongamos que una pareja quiere tener un hijo pero saben que si lo tienen va a padecer una grave enfermedad ligada al material genético de las mitocondrias (ADN mt). ¿Sería ética la clonación en este caso? Yo diría que sí, rotundamente. ¿Por qué? Pues porque sería la única manera que esta pareja tendría de tener un hijo sano sin transmitir la enfermedad a su descendencia. Todos, hombres y mujeres, tenemos el mismo material genético, en las mitocondrias, que nuestras madres, los padres no trasmiten este material pues nuestras mitocondrias proceden del óvulo de nuestra madre, esto es, las tatarabuelas de nuestras tatarabuelas tenían el mismo AND mt que nosotros. La única diferencia estaría en los errores genéticos que se hubieran producido. En este caso el núcleo de un óvulo de la mujer con el ADN mt defectuoso puede ser implantado en el de una mujer con el ADN mt sano, este óvulo puede ahora ser fecundado y tener una descendencia sana. Con este método no tenemos un clon de la madre pero sí estamos aplicando técnicas desarrolladas para la clonación. Con el nuevo descubrimiento de los científicos surcoreanos podremos obtener células madre clonadas que nos permitirán, en un futuro, tener soluciones para un gran número de enfermedades. Cierto es que con esta nueva tecnología se podrían clonar seres humanos, pero prohibir la clonación humana de células madre sería un error muy grave. Hay que regular la clonación de células madre humanas para que no se clonen seres humano completos, pero no prohibir el desarrollo de las técnicas. En cualquier caso debemos tener claro que en el futuro se clonarán células madre y seres humanos completos y nadie lo va a poder impedir, únicamente se va a retrasar la solución para un buen número de enfermedades.

Yo personalmente puedo entender que un político, un periodista o cualquier persona de la calle discrepe en función de sus ideas, pero no entiendo que lo haga un científico. Creo que cuando se interponen las ideas políticas, las religiosas o cualesquiera otras, se está dejando de aplicar el método científico y empezamos a creer de nuevo que el sol gira alrededor de la Tierra.

Aplaudo la iniciativa de la comunidad andaluza y espero que pronto otras comunidades se sumen a la iniciativa de clonar células madre y/o de trabajar con embriones congelados que están condenados a ser destruidos. Nuestra salud no puede depender de las ideas políticas o religiosas del gobierno de turno ni de los científicos que éste elija para justificarse.