La crisis del Prestige llenó ayer el dial, y el Rey estuvo en danza en más de una emisora por su visita como jefe de Estado a la Galicia doliente por la marea negra. Por ejemplo, en Casa Luis del Olmo (Onda Cero), donde Alicia Sánchez-Camacho (PP) utilizó el mensaje regio del todos a una como Fuenteovejuna para paliar la catástrofe para afearle a Cristina Alberdi (PSOE) --que lo rechazó-- la supuesta desmesura de la oposición para con la actuación del Gobierno.

Y, por ejemplo, en Casa Iñaki Gabilondo (SER), donde Josep Ramoneda lamentó que la visita del Rey a la Costa de la Muerte parecía estar "un poco manipulada porque parecía responder a una cierta intención (de Aznar) de lanzar al Rey por delante sabiendo que a él nadie le tirará tomates ni le abroncará y que, en cambio, Aznar sí corría ese riesgo". Eduardo San Martín no quiso abundar "en las especulaciones sobre la posible utilización de la visita del Rey", alegando que éste tiene "suficiente autonomía tras tantos años de ejercicio". Pero Ramoneda replicó: "La prueba de que la visita no se debe descontextualizar está en que el Rey dijo dos frases que requirieron de interpretación autorizada" de la Casa Real. Para San Martín, que el Monarca hubiera apelado a no buscar "fotografías demagógicas" era, más bien, "un comentario familiar". "Es más que eso --terció Margarita Sáenz-Diez--; durante dos semanas se ha dicho que quien va a Galicia va a mercadear con el dolor ajeno, y la respuesta del Rey es muy clara". Y ahí lo dejaron correr, no sin coincidir en que la crisis del Prestige requiere de luz y taquígrafos parlamentarios.