Mariano Rajoy llegó a la presidencia del PP por designación de José María Aznar. Esa circunstancia ha condicionado hasta hoy toda la acción política del dirigente gallego. Así, en el 15º Congreso del partido (octubre del 2004), en el que Rajoy debía marcar su sello personal, se rodeó de la pareja Acebes-Zaplana, dos hombres de la máxima confianza de Aznar y corresponsables con él de la cadena de errores que llevaron al PP a la oposición. Muchos pensaron que el talante moderado de Rajoy serviría para templar la política de los populares. Pero no ha sido así en toda la legislatura y todo indica que ahora, cara al 9-M, tampoco se va a soltar lastre.

Un vistazo a las candidaturas electorales del PP permite comprobar la escasísima renovación que se ha dado en los puestos clave. El grupo parlamentario del PP en la próxima legislatura --aunque Extremadura será una excepción a esta regla-- estará plagado de caras conocidas del periodo aznarista. A los ya mencionados Acebes y Zaplana se sumarán exministros como Ana Pastor, Celia Villalobos, Juan Cuesta, Federico Trillo, Pilar del Castillo, etcétera. La única verdadera novedad será la de Manuel Pizarro, que también ha desembarcado en el PP de la mano del expresidente Aznar.

En cambio, con los exministros que ya no están --Rodrigo Rato, Jaume Matas, Josep Piqué, Manuel Pimentel, entre otros--, podría haberse hecho una alineación con una orientación sensiblemente diferente. Todos eran del PP, cierto, pero algunos representan un partido anclado en férreos corsés, mientras que otros son vistos por amplias capas como políticos conservadores, pero más moderados y capaces de articular una derecha no anclada en retóricas grandilocuentes.