Desde hace meses las informaciones sanitarias se ocupan de un asunto recurrente: se necesitan médicos. No hay informe que no concluya advirtiendo de que hay que tomar medidas para solucionar el problema. Un problema, además, que se irá agravando en los próximos años, puesto que coinciden con jubilaciones masivas de los profesionales que se incorporaron al Sistema Nacional de Salud cuando fue creado. La consejera de Sanidad, María Jesús Mejuto, llevó al ministro Bernat Soria el martes esa preocupación, y cuantificó el déficit de médicos en la sanidad extremeña en 200. Mejuto manifestó entonces que la falta de especialistas es mayor en Cardiología, Ginecología, Traumatología, Neurología, Urología, Dermatología y Pediatría. Y ahora también en Atención Primaria. En esta ocasión, además, el sistema sanitario se enfrenta a un problema añadido: hace tres años se modificó la duración de la especialidad. Pasó entonces de tres a cuatro años, lo cual significa que este año, que se cumple el tercero desde la modificación, no saldrán nuevos especialistas. José María Vergeles anunció ayer que el SES ofrecerá a los médicos que están en tercero de la especialidad que cubran las vacantes de los médicos titulares durante el verano. Es una medida necesaria y obligada por las circunstancias, pero expresa como pocas la precariedad, puesto que los médicos que van a cubrir las plazas de titulares son todavía médicos en formación. Mientras tanto, los decanos de las facultades son contrarios a la creación de nuevos centros y que la situación actual haga mover el péndulo hacia el otro lado y, al cabo de unos años, sobren facultativos. Puede que lleven razón, pero es necesario hacer un esfuerzo para explicar a la sociedad que hay que ordenar el aumento de la oferta de plazas. No lo están haciendo y mientras tanto la imagen de la Sanidad Pública se va deteriorando. No hay quien aguante que un día y otro el mensaje sea el mismo: faltan médicos. Es inquietante.