Soy la esposa de un enfermo de alzheimer y hace más de tres meses que recibí una comunicación con la valoración del grado de dependencia de mi marido (Grado III, Nivel 2), es decir, el máximo grado de dependencia. Precisamente hace unos días, transcurridos 3 meses, llamé por teléfono al número que venía en el catálogo de servicios para la prestación que nos corresponde y, de mala gana, me respondieron que quién había osado a darme ese número, facilitándome otro que correspondería a la Comunidad Autónoma extremeña, pero esta vez correspondía a Badajoz. Los de Badajoz me respondieron que aún tenían que instalar otro teléfono para atender a mi demanda. Confieso que sentí mucha rabia e indignación y que el pobre funcionario que estaba al otro lado me escuchó de verdad... No entiendo cómo pueden tratar así a las personas mayores, después de engañarnos en campaña electoral.

Con esta carta tan sólo quiero hacerme eco de mi situación con mi marido, que lleva once años con alzheimer. Creo que estoy recogiendo el sentir de tantas y tantas esposas como yo --esposas o esposos, hijos o madres-- en las misma situación, que no saben a qué atenerse. Creo que la mayoría de los políticos conciben su profesión como el arte de hacer lo menos posible . Si se acercaran, aunque fuera sólo una hora, a una familia que vive en primera persona una enfermedad tan devastadora y penosa como es la enfermedad de alzheimer y se dejaran de demagogia y de mentiras bien dichas, seguramente volverían en sí y se preocuparían de hacer realidad sus promesas. Yo, una mujer de 72 años, que estoy sola cuidando a mi marido de 73, con una ayuda mínima que debo costear, aunque tanto mi marido como yo nos sentimos muy afortunados al haber encontrado a una cuidadora que es un ángel para nosotros, porque mi marido sigue siendo una persona. Ella nos acompaña de lunes a viernes y es mi paño de lágrimas y mi soporte emocional. Con ella y con la ayuda de Dios, vamos haciendo lo posible para que esta enfermedad no nos pueda.

Por eso, desde estas líneas quisiera preguntar: ¿A quién tengo que recurrir para que nos ayuden de verdad? Estoy cansada, me siento inerme, sin saber a qué puerta debo llamar, porque de antemano me las cierran todas. Soy una mujer sencilla, de pueblo, que ha trabajado durante toda su vida a la par de su marido, una mujer con corazón y entrañas. ¿Dejarán algún día nuestros políticos --yo me avergüenzo de ellos-- de utilizar el voto de los mayores para asegurarse el poder a toda costa? ¿Alguien me puede decir cuándo van a ser efectivas las ayudas que necesitan nuestros familiares dependientes que tienen derecho a seguir siendo considerados personas?

Antonia Patrón Domínguez **

Malpartida de Cáceres