Después de 10 años oyendo a numerosas personas con discapacidad hablar de la magia de las vacaciones que anualmente se vienen celebrando los diez primeros días de julio en Torremolinos (Málaga), patrocinadas por la Consejería de Bienestar Social y organizadas por Apamex y Cocemfe, por fin he experimentado en mi propia piel la sensación de compartir unas vacaciones cargadas de ilusión, sentimiento y amor. Los tres condimentos necesarios para sentir algo plenamente.

Se me ofreció la oportunidad de pasar diez días como voluntaria, y he de reconocer que al principio, el miedo, el desconocimiento y el pensar no estar a la altura del enorme trabajo y dedicación que me programaron para los diez días, me asustaron. Pero todo esto desapareció cuando, a primera hora de aquel día uno de julio, las sonrisas abiertas y a la vez asustadizas de quienes iban a disfrutar de unos días de vacaciones, empiezan a salpicarme y a clavarse en mi ser con tal fuerza que sin pensarlo más te entregas en cuerpo y alma a darte a los demás.

Los días se sucedieron y con ellos las múltiples necesidades diarias que un grupo de 100 personas con discapacidad requiere, pero ahí estaban la multitud de manos amigas, que sin esfuerzo cubrían con la máxima ilusión y entusiasmo todo lo necesario. Y hasta tal punto lo haces, que cuando llevas cuatro o cinco días, dando poco y recibiendo mucho, empiezas a olvidarte de ti mismo y sólo hay una cosa que te preocupa que con quien estés, que quien te requiera, tenga todo lo necesario y no le falte de nada . Y esa magia de olvidarse de uno mismo, para sólo pensar en el otro, es lo que ha hecho especial estas vacaciones que creo, jamás olvidaré.

Nadie sabe lo que nos puede ocurrir mañana mismo, aunque algunas veces, parece que muchos de nosotros lo supiéramos certeramente, ¡qué equivocados estamos!, qué lejos estamos de poseer el don de saber aprovechar y valorar todo aquello que la vida nos va ofreciendo en el camino. Con vosotros he descubierto que yo también tengo una discapacidad: La no capacidad de vivir cada instante plenamente, como si fuera el último .

Yo voy a poner todo de mi parte para afrontar mi discapacidad . Pero también espero y deseo que estas líneas sirvan a más de uno, a todos aquellos que siguen pensando que no tienen una discapacidad, para invitarles a reflexionar. A todos vosotros os animo a que tengáis valor y os hagáis y contestéis con sinceridad a la siguiente pregunta: ¿Y cuál es mi discapacidad?

Anabel Corchero Oliva **

Badajoz

Trabajadora Social de AIMCOZ y voluntaria de COCEMFE-Badajoz