TTtodo el mundo tiene derecho a ponerse en huelga para mejorar sus condiciones laborales. Y las de los transportistas de nuestro país son manifiestamente mejorables. Pero, la huelga del transporte por carretera ha vuelto a poner sobre el tapete un viejo incumplimiento de todos los gobiernos de nuestro país. En España no existe una Ley de Huelga. Y, mientras no exista, no hay forma de impedir que cualquier colectivo profesional medianamente organizado tome como rehenes a los ciudadanos para conseguir sus reivindicaciones. Aunque la Constitución prevé la regulación por ley del derecho de huelga, los sindicatos no quieren ni oír hablar de este asunto. Y, ningún Gobierno de ningún color se ha atrevido a desairarles.

Fábricas de coches que tienen que parar por falta de repuestos, mercados desabastecidos por la ansiedad de los amos y las amas de casa o porque los ganaderos tienen que tirar la leche y los agricultores la verdura y la fruta que nadie pasa a recoger... Pollos, terneras y cerdos viajando clandestinamente hacia el matadero, o en caravanas escoltadas por la Guardia Civil... Y, ¡ay del guapo que se atreva a ejercer abiertamente su derecho a no ponerse en huelga si se cruza con los piquetes informativos !

Los precios, por supuesto, subiendo, no en origen , claro, sino en destino . O sea, una doble ruina: para quien produce los bienes varados porque el precio cae, y para los consumidores porque se dispara. Lo que le faltaba a la inflación, vamos. La historia se repite media docena de veces cada año, o más. Pero, ¿qué es lo que hace el Gobierno de turno ante semejante desastre? Pactar con los huelguistas. Y, ¿qué hace la oposición? Callar.

Para proteger a los desorganizados ciudadanos del abuso ilegítimo del derecho constitucional a la huelga que es toda huelga salvaje , el Gobierno y la oposición tendrían que enfrentarse a los organizados sindicatos y regular el derecho de huelga. Pero, uno porque gobierna y el otro porque espera gobernar, prefieren tener al fuerte de esta ecuación de su parte. Es decir, a los sindicatos. Y, a la voz de ¡ya escampará! , silban a dúo bonitas melodías. ¿Fuertes con el fuerte? No, hombre, ni hablar: fuertes con el débil (grandes multas por correr, prohibido fumar), que los sindicatos te pueden montar un otoño caliente .

*Periodista