El colapso de las infraestructuras catalanas ha obligado al presidente del Gobierno a desplazarse al lugar de los hechos para hacerse cargo de la responsabilidad política. Un nubarrón en medio del márketing de una campaña electoral que ya ha comenzado. Los socavones del AVE se han tragado los cheques-bebé, las ayudas al alquiler de pisos y el vídeo de la Z. Nadie sabe cómo va a reaccionar el electorado catalán ante la magnitud de la tragedia de las infraestructuras. Lo de menos es ya la fecha de la inauguración del AVE que algún día unirá Madrid y Barcelona. Ahora lo que hay que conseguir es que la factura catalana de las obras no la pague en las elecciones el PSC, factor fundamental de la pretendida victoria socialista. Y para eso está el primo de Mariano Rajoy .

Lo que está ocurriendo en España servirá para añadir un modelo de comportamiento a los manuales de sociología política. Zapatero no hace más que facilitarle las cosas al PP, y este se empeña en estropear todas sus posibilidades. Las grandes apuestas estratégicas del presidente han sido un fiasco; en su haber está la gestión de un excelente momento económico --que se acerca al ocaso-- y la redistribución del superávit en la consolidación de derechos ciudadanos. No está nada mal si esos efectos no estuvieran escondidos en una agenda política desafortunada y pudieran exhibirse en un firmamento tan electrizado como el que tenemos en España. Frente a esos logros, el desastre general de una reforma territorial que no ha satisfecho a nadie --incluidos sus promotores-- una política energética caótica, una fallida negociación con ETA y el desencuentro permanente con el principal partido de la oposición que se ha materializado en la crisis institucional del Tribunal Constitucional.

Todo este edificio de contradicciones está sostenido por un solo punto en el espacio: el primo de Rajoy como el símbolo de la incapacidad política absoluta que tiene este PP de generar adhesiones más allá de los militantes del fundamentalismo. Si Zapatero y su proyecto Z se salvan será sólo gracias al primo de Rajoy.