TDte la feria de Zafra guardo muchos recuerdos. Uno es la genial frase que ideara García-Plata para el 1992: "Ven a Zafra, tendrás mucho ganado". Otro es la imagen de Mario Conde pasando frente al Pabellón Banesto, y aquel error en un diario regional que puso bajo la fotografía de las autoridades nacionales y regionales: "Ejemplares de verraco ibérico antes de la subasta" y bajo la fotografía de varios hermosos cochinos: "Algunas de las personalidades que asistieron a la inauguración". Luego, más lejos en la memoria, se me aparece un bastón con porra que me trajo mi padre y un pito que me quitó mi madre a los cuatro días. Era la fascinación de antaño cuando la feria era la feria y aún no se vendían en Zafra huevos de avestruz (algún día les cuento mi experiencia con esos bichos diabólicos). Era el asombro ante aquellos puestos repletos de botos, cascabeles para mulas, y bozales de mastín.

Ahora Zafra es un acontecimiento con musicales de Broadway y añojo extremeño. Y es un hecho cierto que una ciudad como Badajoz, tan hermosa, populosa y tal, acusa el vacío durante el fin de semana de la feria, se nota que falta gente, y que la oferta de Zafra es atractiva. Que mi amigo Artemio Baigorri tome nota para sus estudios sobre la ciudad y sus costumbres: A los pacenses les encanta mirar a las vacas, ovejas, cerdos y caballos en los pabellones de Zafra.

Zafra tiene su encanto otoñal en la feria y sus otros encantos. ¿No han visitado sus plazas, cuando llegan los días brumosos de diciembre? Se lo recomiendo. Pasear, entrar en sus mesones y tomar un café a la caída de la tarde, sin avestruces, es un privilegio.

*Dramaturgo y director del Consorcio López de Ayala