WEwl presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha anunciado espontáneamente que comparecerá ante la comisión parlamentaria sobre los atentados del 11-M. Resulta inevitable pensar que con su declaración tratará de dar la réplica a la prevista comparecencia de José María Aznar. Es comprensible que desee poder responder a los previsibles ataques del expresidente. Sobre todo, después de que en el congreso del PP Aznar volviese a acusar al PSOE de "forzar la voluntad popular" con ocasión de los atentados de Madrid, y cuando el portavoz conservador en este tema, Vicente Martínez Pujalte, ha llegado a afirmar que el partido socialista había jugado con las víctimas. Pero se corre el riesgo de que la doble presencia de José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero termine siendo el último capítulo de una batalla por la imagen electoral.

La comparecencia del actual presidente tiene sentido porque uno de los objetivos de la comisión es determinar qué errores no deben repetirse. Pero sería un equívoco equiparar lo que diga quien en aquellos momentos era sólo el jefe de la oposición con las explicaciones que debe dar quien, desde la Moncloa, era responsable del país y de la información que se proporcionaba a la opinión pública.