Es una pasión cuyas raíces no se conocen. Lo cierto es que la banca es la niña mimada del presidente de Gobierno: se inyecta liquidez, pero no se reaviva el crédito porque se exageran los requisitos; se fusionan las cajas con importantes ayudas públicas, pero no se perdona un plazo de hipoteca. No se dictan medidas para favorecer a los acreedores en dificultades... ¿Por qué no se usa el BOE para auxiliar a quien tiene problemas, limitando las comisiones y las zancadillas de los bancos?

Hay algunas incógnitas que debieran ser desveladas en este idilio entre uno de los pocos presidentes de Gobierno socialista de Europa y los grandes bancos. La primera, por qué no se ha sumado José Luis Rodríguez Zapatero a la propuesta de Gordon Brown y Nicolas Sarkozy de castigar fiscalmente los premios excesivos de los ejecutivos de la banca. En el Reino Unido, la propuesta es una imposición fiscal del 50% a todos los bonus que sobrepasen las 27.000 libras. Además, el presidente de Francia y el premier británico estudian proponer una tasa internacional para las transacciones especulativas. Pretenden recuperar el espíritu de las primeras reuniones del G-20, cuando explotó la crisis. Resulta sorprendente la ausencia, en estas iniciativas, de quien, además de ser socialista, va a ser presidente de turno de la UE en poco más de 15 días.

Hay algunas cosas que aliviarían inmediatamente a muchos españoles en apuros. La primera, prohibir y dejar sin efecto el llamado suelo de las hipotecas, que congela los tipos de interés aunque el euríbor siga bajando. Habría que vigilar la circulación de los créditos con cargo al Instituto de Crédito Oficial para que realmente refrescasen la liquidez de las empresas y no las reservas de los bancos. Se podrían dictar reglas para ampliar los plazos de las hipotecas a quienes estén en paro...

La sensación oscura es que existe un pacto no conocido por el cual el Gobierno no dictará ninguna norma que limite los beneficios bancarios, en contraposición con medidas que se están tomando en otros países europeos. Tal vez convendría que los sindicatos se interesasen por estas cuestiones.